Todas las
sociedades tienen un conjunto de conductas, que son el núcleo de una concepción
moral ampliamente compartida por los individuos del grupo. En Occidente han
sido particularmente importantes la concepción moral de las religiones como
el judaísmo,
y el cristianismo. En Oriente el confucianismo o
el budismo también
han ejercido un fuerte influjo en el núcleo moral de sociedades asiáticas.
Si bien
es frecuente remontar la reflexión moral occidental, a lo dicho por las
escuelas grecorromanas, donde la moral se enseñaba en forma de preceptos
prácticos, la reflexión moral fue particularmente importante en la antigüedad
egipcia a juzgar por la gran cantidad de textos de carácter
moral que han sobrevivido. En la antigüedad grecolatina, se elaboraron
numerosos textos tales como las Máximas de
los siete sabios de Grecia, los Versos dorados de los poetas
de Grecia;
o bien en forma de apólogos y alegorías hasta que después se revistió de un
carácter filosófico.
Los antiguos
romanos concedían a las mores maiorum (‘costumbres de los mayores’, las costumbres
de sus ancestros fijadas en una serie continuada de precedentes judiciales) una
importancia capital en la vida jurídica, a tal grado que durante más de dos
siglos (aproximadamente hasta el siglo II a. C.) fue la
principal entre las fuentes del Derecho. Su vigencia perdura a
través de la codificación de dichos precedentes en un texto que llega hasta
nosotros como la Ley de las XII Tablas, elaborado alrededor
del 450 a. C.
Ocupa
importante lugar en las enseñanzas de Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro y,
sobre todo, entre los estoicos (Cicerón, Séneca, Epicteto, Marco Aurelio,
etc.). Los neoplatónicos se inspiraron en Platón y
los estoicos cayeron en el misticismo. Los modernos han profundizado y
completado las teorías de los antiguos.
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