Hay
diversas posturas que proponen la naturaleza de las normas éticas, algunas de
las cuales se citan en el esquema siguiente:
·
Sociologismo: Esta concepción defiende que
las normas morales se originan en la sociedad y
de ella reciben la fuerza y el vigor para imponerse a los individuos.
·
Marxismo: En su último escrito económico, las Glosas
a Wagner, Marx comienza
diciendo: «Yo no parto del hombre, sino de un periodo social dado». Con esto
estaba significando que, según lo ha venido demostrado la historia como
criterio de verdad, en cuanto a las distintas concepciones y formas del
comportamiento humano, la ética no es una categoría social cuyos contenidos
normativos sean de validez práctica (moral) absoluta, universal y eterna, como
ha pretendido Kant con
su imperativo categórico, sino que esos
contenidos están sujetos al relativismo histórico de los distintos sistemas de
vida que los seres humanos divididos en clases fueron adoptando en distintos
períodos de su existencia como especie, desde que superaron la barbarie. Así,
para Marx, hay una moral y un tipo de ser humano correspondiente a cada período
de la historia, en tanta prehistoria del ser humano genérico liberado de toda
necesidad exterior, natural o social, que es lo que se está gestando en la
moral de los comunistas. Tal como sucede en la base o estructura material de la
sociedad, donde los distintos modos de producción configuran sus
respectivas formaciones sociales que hasta ahora han correspondido a otras
tantas etapas o periodos del desarrollo de las fuerzas productivas, asimismo,
las distintas superestructuras éticas, morales, jurídicas, ideológicas y
políticas, fueron la expresión periódicamente cambiante de los intereses de las
distintas clases dominantes al interior de cada una de las formaciones sociales
que han venido configurando la progresiva periodización característica en lo económico-social,
político, moral y cultural de los seres humanos a través de la historia.
·
Historicismo: Esta posición proclama que, a
lo largo de la Historia y según un ritmo variable, la sensibilidad vital de
unas generaciones es sustituida por la de otras y, de acuerdo con este proceso,
al mismo tiempo que unos principios cobran vigencia, otros desaparecen.
·
Teologismo: Esta corriente propugna que las
normas morales tienen origen determinado por Dios. Podemos encontrar
una postura teológica, con relativa frecuencia, en los pueblos primitivos, por
ejemplo, en el pueblo de Israel, en el pueblo judeocristiano y
la moral de los profetas, en diversas regiones antiguas del Medio Oriente.
·
Teoría de la ley natural: Existe
una amplia pluralidad de teorías que fundamentan sus opiniones éticas y las
normas morales en la ley natural. De entre ellas, sin duda alguna,
la más importante es la teoría escolástica,
según la cual todas las personas poseen una idéntica naturaleza, que es la
naturaleza humana. Ésta guarda una profunda relación de orden con el resto de
los seres y, sobre todo, con Dios.
·
Relativismo
moral: Una postura filosófica que tiene mucha aceptación
es la que acepta el relativismo de la moral, por lo cual niega la existencia de
una moral objetiva, impuesta por la voluntad de Dios o por la vigencia de leyes
naturales, sino que supone que se trataría de algo puramente convencional
asociado a las diferentes culturas, creencias y épocas.
·
Objetivismo: Esta postura filosófica afirma
que la única forma de alcanzar la moralidad es por medio del uso de la razón y
la aceptación de la realidad en forma objetiva, independiente de la percepción
del ser humano.
·
Anarquismo: La Moral Anarquista, para Piotr
Kropotkin pasa por el principio de igualdad, del cual se extrae
la conocida frase "Tratar a los demás como uno quiere ser tratado".
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